sábado, 15 de febrero de 2014

1 año y 3 meses después...

1 año y 3 meses después volví y todo seguía igual. 10 horas suspendida en el aire, un charco recién cruzado, una carrera a la felicidad, más de un abrazo más que esperado, una pancarta de bienvenida... Y... 1 año y 3 meses después, todo seguía igual. O no.

Los que me conocéis, sabéis que soy medio descastada, característica de mi personalidad que me ayudó a entrar directamente en el exclusivo club de las "ovejas negras" de la familia. Esa es la parte buena, nunca he sido la única, en el club había veteranos cuando llegué y espero que, en estos momentos, haya novatos ingresando. Me imagino que soy medio descastada porque nací así o, a lo mejor, porque Sonsoles no me quería cuando nací y desde pequeña me transmitió esa "descasticidad" que, inevitablemente, quedó impregnada en mi personalidad.

Ah, sí... eso... quería obviar el tema porque, 28 años después, todavía duele. Pero tal cual me leéis... Sonsoles no me quería cuando nací. No la juzgo, aunque la verdad es que yo tampoco me lo explico. Con lo mona que era (y que soy). Pero así fue. Así fue, hasta el punto que me escribió una carta para informarme formalmente de que no me quería. Gracias a que los planetas debieron alinearse por aquella época, decidió romper la carta, pero en algún momento, se debieron "des-alinear" y, sin pelos en la lengua (los que la conocéis, sabéis que ella es así), me lo contó. Yo quedé anonanada, compungida, indignada y... y me volví, por primera vez de forma consciente en mi vida, una descastada. Una descastada en toda regla, a decir verdad.

Lo que todavía no sabía Sonsoles es que hace 1 año y 3 meses, la suerte se iba a poner de su lado. Y yo... la verdad que yo tampoco lo sabía. Pero hace 1 año y 3 meses (en realidad, ya unos pocos más) emigré de mi España-querida-y-Olé y, por alguna razón que desconozco, mi "descasticidad" poco a poco se fue convirtiendo en sensiblería. En realidad, en sensiblería pura y dura. Para qué os voy a engañar...

Soy consciente que este cambio en mi personalidad me saca automáticamente del club de las "ovejas negras" al que tanto tiempo pertenecí de forma más que orgullosa. Espero que los integrantes actuales no me lo tengan en cuenta y cuando regrese a mi España-querida-y-Olé (ya sabéis "en un par de años, en cuanto la cosa se ponga mejor") me vuelvan a admitir. Sin rencores, claro. Que ahora soy sensible, no descastada, y me puede dar un fritango, un jamacuco o, en el peor de los casos, un pitiflús.

El caso es que 1 año y 3 meses después volví y me gustó que todo siguiera igual. Supongo que a la Susana de antes, a la descastada, le habría importado un pito, pero a la nueva no. A la nueva le preocupaba lo que se fuera a encontrar 1 año y 3 meses después cuando se reencontrara con su España-querida-y-Olé y con todas las personas que forman parte de ella. Me gustó veros a todos los que os vi, compartir buenos momentos, comilonas, risas, fechas navideñas, regalos, abrazos, besos, conversaciones hasta la madrugada, días de playa, patatas bravas y paellas, cañas en Madrid, salidas nocturnas hasta la hora del desayuno... En fin, me gustó veros a todos los que os vi y más me hubiera gustado veros a los que no vi. Gracias, infinitas gracias por los momentos compartidos (este agradecimiento es un signo más que evidente de mi nueva personalidad...)

Espero que no vuelva a pasar 1 año y 3 meses hasta la próxima. Aunque, en realidad, lo que de verdad espero es que, pase el tiempo que pase, todo siga igual.



“Uno se siente parte de muy poca gente. Tu país son tus amigos (y tu familia), y eso sí se extraña.”
- Martín Hache (película) -